Nadie niega que la ciencia ha avanzado y que en cuestiones de salud, se ha esforzado por darle una solución a los padecimientos más agresivos y mortales. Sin embargo, encontrar una vacuna para una enfermedad incurable o un tratamiento que resulte menos dañino para el organismo de los pacientes, requiere tiempo. En esa espera hay quienes se resignan a vivir con ella hasta su muerte.
Por otro lado, otro grupo de personas tal vez no tiene una patología incurable, pero se acostumbró a tratarse y medicarse para sobrellevarla. “De algo me he de morir”, dicen. No obstante, esas palabras sólo son un reFLejo de la idea que han tenido que sembrar en su mente para “aliviar” un poco el dolor, por no encontrar una solución para su problema.
Entonces, ¿a qué o a quién recurrir? De acuerdo con el relato de un sinnúmero de personas que acuden a la Iglesia Universal, apelan en la fe una salida para la cura. No se trata de fanatismos, sino de una creencia racional que les ha llevado a no darse por vencido y, aunado a su tratamiento, lograron sanarse de sus padecimientos.
Cáncer, tumores, enfermedades sin causa, han sido un reto para la ciencia, pero no para Dios. Personas que llevaban años en silla de ruedas, postradas en una cama o con las horas contadas, ha sido una angustia para especialistas, para los pacientes y sus familiares, pero una oportunidad para que el Poder de Dios se haga presente en la vida de los que sufren.
Puede ser que ya hayas agotado los medios para estabilizar tu salud, pero ¿por qué no le das una oportunidad a Dios? En el pasado fue el Autor de milagros insólitos, ¿por qué no habría de serlo hoy?
“Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados” (Isaías 53:4-5).
Aférrate a esa promesa, no a una enfermedad.
Resultados en la cadena de los 70 Apóstoles
Los malestares cesaron después de usar mi fe
Repentinamente, empecé a sentir un fuerte dolor en el estómago, con el pasar de los días el malestar se iba intensificando más.
Era muy molesto cada instante que ingería alimentos, el dolor se incrementaba.
Vine a participar de la Reunión de Sanidad aún con el dolor, después de caminar por el pasillo de los 70 apóstoles y recibir las oraciones, todas las molestias cesaron por completo, gracias a Dios. (Sra. Carolina)
El dolor en la columna no se cesaba con nada
Inesperadamente, empecé a sentir fuertes dolores en la espalda, con el pasar de los días aquello se fue agravando al punto en el cual, si estaba sentado no lograba pararme rápido, sino que tenía que ir de a poco. Los malestares eran constantes y crónicos. Me indicaron que era desvio en la columna.
Vine a participar de la Reunión de Sanidad aún sintiendo los malestares, después de caminar por el pasillo de los 70 apóstoles empecé a sentir alivio en todo mi cuerpo, pude realizar los movimientos que antes no podía hacer, sin sentir ningún tipo de dolor o molestia. (Sr. Víctor)
2 años de sufrimiento cesaron después de usar mi fe
Llevaba 2 años padeciendo con fuertes dolores en el cuerpo; rodillas, riñones y también tenía un fuerte dolor de cabeza, aquello era muy tormentoso porque se me hacía difícil realizar los quehaceres del hogar con normalidad, ya que las molestias eran constantes.
Vine a participar de la Reunión de Sanidad y después de caminar por el Pasillo de los 70 Apóstoles y recibir la oración los dolores cesaron por completo, sentí alivio, pude caminar y agacharme sin sentir ningún tipo de dolor, gracias a Dios me siento muy bien. (Sra. Petita)
Participe de la cadena de los 70 apóstoles, este martes a las 19H, también 7H,10H,12H,15H, en la Av. de Las Américas 305, norte de Guayaquil o en la Iglesia Universal más cercana a su hogar