Sé la importancia que esta palabra tiene para una madre. Cuando me pongo a pensar en mi adjetivo preferido, creo que este estaría al comienzo de la lista. Cualquier madre estaría llena de orgullo al escuchar: “¡Cómo es obediente su hijo!”
Quiero dejar claro aquí que entre “ser obediente” y “estar obedeciendo” existe una larga distancia y una enorme diferencia. Es justamente por no entender esta diversidad de estados de ánimo que nuestros hijos pueden presentar, principalmente cuando tienen el interés de agradar esperando algún beneficio a cambio, que muchos padres terminan siendo ciegos al verdadero carácter de sus hijos y solo se despiertan cuando la situación ya está fuera de control.
Es importante tener una conciencia real de quiénes son nuestros hijos y que esto esté por encima de las expectativas que tenemos de ellos; y del enorme deseo de verlos como una continuación de nuestras propias vidas y que jamás cometerán los errores que tanto nos hicieron sufrir.
Mirando desde esta perspectiva realista, y detectando las fallas de carácter, será mucho más fácil saber cómo ejercer su autoridad justamente en esos puntos débiles en los que necesitarán de más ayuda.
Y, ¿qué es lo que tiene que ver la obediencia con todo esto? Es simple. Aquí lo explico: obedecer va más allá de cumplir una orden dada -lo que yo describiría como “el control remoto de la voz”- ya que eso, perdón por la comparación, lo hace hasta un animal entrenado. La obediencia va más allá porque está íntimamente ligada al respeto, la honra, la humildad, la fidelidad, la disciplina -y eso va más allá de un arrebato momentáneo.
Lo que fui aprendiendo todos los días es que ni todo en lo que tanto me empeño a enseñar tendrá una respuesta inmediata y no me puedo desanimar por causa de eso. Puede ser que los ejemplos que busco dar diariamente a mi hija los aplique solamente dentro de algunos años. Probablemente yo ni siquiera esté presente cuando ella busque y encuentre dentro de sí misma algo que ni ella sabía que existía, pero que fue “plantado” dentro de ella hace muchos años a través de algo que vio o escuchó.
Nuestro papel va más allá de hoy y es, sí cuestión de fe, certeza, de saber que no necesitamos recibir nada a cambio para seguir entregándonos diariamente -y aquí entra otra palabra que resume lo que significa esa entrega: Amor-