El Obispo Edir Macedo inició la reunión de la Escuela de la Fe, en el Templo de Salomón, en San Pablo, mostrando el testimonio de Thiago Helton, obrero de la Universal en Belo Horizonte, Minas Gerais.
Thiago es tetrapléjico y estaba con la esposa en camino a la luna de miel. Él contó que, en 2008, sufrió un accidente que lo dejó definitivamente en una silla de ruedas.
El día anterior al accidente, él estaba en la iglesia sirviendo la Santa Cena. Al día siguiente estaba en el CTI de un hospital entre la vida y la muerte.
Sin embargo, la tragedia que fue capaz de sacar del joven todos los movimientos del cuello hacia abajo no fue capaz de sacar lo que él tenía – y tiene – de más precioso: la Fe.
«Mi vida cambió completamente. He tenido todas las razones para poder patear mi fe y dejar todo de lado. Pero el Espíritu Santo me mantuvo de pie. Físicamente, puedo estar sentado, pero, espiritualmente, me mantuvo de pie. Y hoy, yo no cambio mi condición de siervo, aquí sentado, por nada. Porque ha valido para ganar almas, mi vida hoy ha sido referencia para mucha gente. Y si un alma ha sido salvada -y estoy seguro de que fue, ya valió la pena. Y puedo pasar por eso cuantas veces sea necesario, porque lo que Jesús pasó por nosotros fue mucho peor «, declara Thiago.
El carácter de los nacidos de Dios
«¿Qué haría si eso sucediera con usted?», Preguntó el Obispo Macedo a todos los que estaban en la reunión. Respondiendo enseguida: «Si usted hubiera recibido el Espíritu Santo, estoy seguro de que haría lo mismo que él hizo, pero si no lo hubiera recibido, ciertamente, maldice el nombre de Dios a causa de eso”.
El Obispo usó el ejemplo de Thiago para mostrar cómo es el carácter de quien, de hecho, tiene el bautismo con el Espíritu Santo, cómo reacciona ante una situación de dificultad, sea cual sea.
«Cuando se tiene el Espíritu de Dios, no existe manera para flaquear, volver atrás con respecto a su fe. Es imposible, porque el Espíritu de Dios conserva su estado espiritual «, subrayó.
Sin embargo, el Obispo afirma que el gran problema de muchos que aún no han recibido el Espíritu Santo es el hecho de vivir más preocupados en satisfacer sus propias voluntades que en tenerlo.
Como escribió el apóstol Pablo a los romanos:
«Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu.
Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz».
Romanos 8:5-6
«Esto significa que cuando la persona está inclinada hacia la carne, ella está inclinada hacia los intereses personales, para los deseos del corazón. Pero el corazón es engañoso, mientras usted insiste en la búsqueda y la realización de sus sueños y proyectos personales estará inclinado hacia la carne y, consecuentemente, fracasará «, advierte el Obispo.
No es que sea incorrecto querer realizar sus sueños, sin embargo, no debe hacer de ello su prioridad.
Fue el mismo Señor Jesús quien dijo:
«Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas».
Mateo 6:33
Es decir, para tener nuestros sueños realizados, tenemos que priorizar el Reino de Dios y Su justicia. Es necesario inclinarse hacia las cosas de Dios, preocuparse de agradarle.
Mientras la persona esté inclinada para satisfacer los deseos del corazón, será imposible el bautismo con el Espíritu Santo y, consecuentemente, permanecerá en el reino de las tinieblas.
Y añade: «Las personas que no tienen el Espíritu Santo son débiles, carentes, viven en busca de la conmiseración y del consuelo de los demás, pero las que tienen el Espíritu Santo saben lo que quieren, son valientes, determinadas, no tienen miedo de perder nada, porque lo que tenían que ganar de más precioso está dentro de ellas. Ellas se mueven por la energía de la fe”.
Por último, el Obispo invitó a todos a rendirse verdaderamente a Jesús.
«Cambie su foco; en vez de inclinarse hacia sus deseos, inclínese hacia las cosas de Dios. Inclínese hacia Aquel que puede hacer de usted una nueva criatura. Coloque toda su fuerza en esa entrega y deje el resto, pues el Espíritu de Dios le cuidará. Esto se llama aceptar, recibir, buscar el Reino de Dios por encima de todo «, finaliza.