Sin la debida preparación, no hay éxito. Cuando se empieza bien, aunque haya adversidades, todo ira bien.” Para los más desatentos, parece que el éxito es algo aleatorio, o sea, que ocurre sin que lo estemos esperando o hayamos hecho de eso nuestro principal objetivo.
Pero, ¿qué preparación es ésta? Es crear un plan organizado que hará posible algo que queremos que ocurra. ¿Y por dónde comienza tal preparación? En primer lugar, por nuestra mente, donde trazamos objetivos concretos, creamos planes reales de conquista y organizamos la mejor forma de alcanzarlos. En segundo lugar, nos ponemos “manos a la obra”, o sea, actuamos como si cada paso dado nos acercara cada vez más a aquello que queremos que se cumpla.
¡Y este es el camino para que todo empiece bien, pues empezar bien no implica tener un golpe de suerte o una persona influyente, sino saber que, del principio al fin, las dos únicas personas con las que podemos contar somos nosotros mismos y Dios!
Por eso, prepárese cuanto antes para el éxito, porque no es una utopía, sino un objetivo perfectamente concretizable.