Y aconteció andando el tiempo, que Caín trajo del fruto de la tierra una ofrenda a Dios. Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas. Y miró Dios con agrado a Abel y a su ofrenda; pero no miró con agrado a Caín y a su ofrenda. Y se enojó Caín en gran manera, y decayó su semblante.” Gn. 4: 3-5.
En este pasaje bíblico notamos lo diligente que fue Abel con respecto a la ofrenda que presentó a Dios, y cual fue el criterio que tuvo para con Dios al presentarla. Imaginamos que fueron horas en las que con cuidado y cariño el preparó esta ofrenda.
Este es un ejemplo en que Dios nos revela lo importante que es para Él la manera en que devemos dar ofrenda, ya que de la manera que la presentamos, estamos revelando quienes somos para con Él.
En la iglesia hay muchas personas frías en la fe, vacías, con el semblante decaído, desanimadas, que no tienen placer en servir a Dios, sin alegría. ¿Por que? Porque la ofrenda de estas personas no ha agradado a Dios.
Cuando usted recibe el Espíritu Santo, entonces hay placer de servir a Dios. Este placer genera una alegría de presentar constantemente ofrendas para Él.
Pero cuando la persona no hace lo mejor para Dios (aun sabiendo que aquello que esta haciendo es para Dios) esa ofrenda es igual a la ofrenda de Caín, ya que no se tuvo el cuidado de presentar lo mejor.
Es en la ofrenda presentada a Dios que se denota la diferencia entre cristianos y cristianos, entre aquel que es lleno del Espíritu Santo y aquel que es simplemente es un creyente “de fachada”.
Dios quiere que usted sea diligente en todo lo que hace para Él, que tenga el criterio riguroso de siempre dar lo mejor de lo mejor para Dios.
Ahora entendemos porque muchos están dentro de la iglesia con el semblante decaído, tristes y vacíos sin el Espíritu Santo; es porque la ofrenda (que es su vida) no ha agradado a Dios.
En la ofrenda de Abel vemos detalles que no hay en la ofrenda de Caín, estamos hablando de los detalles en la preparación y cuidado en dar la ofrenda.
El Espíritu Santo ve su empeño y dedicación en todo lo que usted hace para Dios, y esa diligencia torna su ofrenda aceptable delante de Él, así como la ofrenda de Abel.
Cada uno es responsable por la ofrenda que presenta a Dios en el altar, y cada uno recogerá los frutos de aquello en que tuvo diligencia o no en dar para el Señor.
Dios vio el criterio de Abel en presentar de los primogénitos de sus ovejas y de lo mas gordo de ellas para Dios, lo contrario de Caín, que siendo el primogénito (Primer hijo) y sabiendo el valor de la primogenitura, no trajo y ni presentó lo mejor para Dios.
Usted debe entender que su vida depende de su ofrenda.
Si su vida no está de la manera en que lo ha deseado, entonces, lo primero a ser realizado es un autoanalices de las ofrendas que usted ha dado para Dios, porque ellas harán de usted un Caín o un Abel.