En los días en que la historia de la humanidad vivió las mayores crisis sociales, donde reinaba la prostitución y todo tipo de desorden social, Dios encontró en un hombre llamado Noé cualidades que lo hicieron el único candidato para ser un INTERCESOR para salvar la raza humana ante un gran diluvio.
“Pero Noé halló gracia ante los ojos del SEÑOR. Estas son las generaciones de Noé: Noé, varón justo, era PERFECTO en sus generaciones; con Dios caminó Noé”. Génesis 6: 8-9
Dios vio en Noé lo que estaba buscando, alguien con quien contar para salvar la humanidad.
En los cien años que Noé llevó construyendo el ARCA que Dios le pidió, sufrió burlas, sin embargo, fue el hasta el n, y por eso Dios hizo un PACTO con él.
Uno de los mayores sacrificios es la OBEDIENCIA en todo a Dios y es lo que Él busca en nosotros en los días de hoy, para de esa forma salvar a nuestra familia.
Cada día que pasa, las cosas a nuestro alrededor empeoran (violencia, muerte, pandemias, guerras, etc.) y el tiempo está pasando rápidamente, debido a eso, debemos tomar cartas en el asunto y hacer lo que Noé hizo para salvar a la familia.
“Mas estableceré mi pacto contigo, y entrarás en el arca tú, tus hijos, tu mujer, y las mujeres de tus hijos contigo… Y lo hizo así Noé; hizo conforme a todo lo que Dios le mandó”. Génesis 6: 18, 22
¿Por qué Dios hizo un pacto con Noé? Porque él era justo (vivía por la fe). Él hizo todo como Dios le pidió.
La bendición está en hacer exactamente lo que Dios requiere.
Dios salvará a su familia a través de su fe. ¡Crea!
Yo decidí luchar por mi familia
La infidelidad de mi esposo me generaba un gran sufrimiento. Él llegaba borracho y la violencia física que me propinaba era tanta, que llegaba a desfigurarse el rostro con muchos hematomas, incluso una vez fui a parar al hospital.
El amor tan lindo que un día sentí por él se transformó en odio y decepción. Por esa situación mi hijo de apenas doce años no conseguía estudiar, perdió su alegría, comenzó a padecer con dolor de cabeza, mal humor, se aislaba, veía bultos extraños. Lo llevé a varios médicos en busca de una solución, pero no la encontré; fui a los brujos y las cosas empeoraron.
Me ahogaba en llanto porque no entendía qué pasaba con mi familia. La depresión, los maltratos, la escasez, me llevaron a pensar en el suicidio. La frustración de no encontrar un minuto de paz me llevaron a refugiarme en el alcohol.
En ese momento de mi vida me invitaron a la Iglesia Universal, acepté y desde el primer día que asistí me fui fortaleciendo, aprendí a luchar y a usar mi fe, así mi hijo fue liberado, mi matrimonio restaurado, mi marido transformado, lo perdoné, dejé el alcohol; de esa manera toda tristeza, y odio desaparecieron.
Mi esposo y yo recibimos el Espíritu Santo, Él transformó nuestro interior, por eso hoy nuestro hogar es una bendición.
•• Sra. Bertha Vite