“De Benjamín, dijo: Habite el amado del Señor en seguridad junto a aquel que le protege todo el día, y entre cuyos brazos descansa.” Deuteronomio 33.12
Como Benjamim fue bendecido por ser descendiente de Abraham, nosotros, los de la fe, también tenemos la Promesa de la protección de Dios, y de poder descansar en sus Brazos, pues Su Espíritu nos trae la perfecta paz interior. En el mundo hay odio, envidia y violencia. Sin embargo, nosotros estamos seguros en los Brazos del Altísimo.