Jamás me sentí a gusto con la vida que llevaba, me casé pensando que eso me daría felicidad o que teniendo hijos llenaría el vacío que sentía, pero no fue así.
Cuando mi hija mayor quedó embarazada y decide irse de la casa, me sumergí en una profunda depresión.
Desde hace mucho tiempo no tenía comunicación con mi esposo, a pesar de vivir bajo el mismo techo no nos hablábamos, pero empecé a sentirme débil en mi salud, se lo conté y él me llevó al médico, quien me diagnosticó con un tumor fuera del útero.
También tenía miomas en los ovarios y debían operarme con urgencia. Esta noticia fue fatal, pues mi esposo estaba desempleado, pasamos a pedir préstamos en los bancos y a familiares. Era una vergüenza.
Mi esposo trataba de emprender, pero los negocios no se desarrollaban y no entendíamos porqué.
Pensé en que era mi hora de morir. Triste e intentando distraerme prendí el televisor y vi la programación de la Iglesia Universal y decidí ir.
Fui y escuché la propuesta de la Hoguera Santa de Israel, aquel día entendí que todos mis miedos se debían a que no había tenido un encuentro con Dios y eso era lo que necesitaba.
Empecé mi caminata de la fe perdonando, luego me despojé de todo y entregué mi vida por completo a Dios. Poco tiempo después recibí el Espíritu Santo y de esa manera mis Sra. Esperanza Huerta pensamientos, mi visión, la forma de ver a las personas y situaciones cambió.
Mi matrimonio fue restaurado, mi esposo y yo pasamos a tener comunicación, nuestra relación se volvió placentera, disfrutamos de la mutua compañía. La vida de mis hijas fue restaurada y fui sanada por completo.
El Espíritu Santo es mi todo y todas las conquistas materiales que hoy poseemos vinieron de Su dirección. Aún en medio de la crisis que personas de todo el mundo enfrentan, nosotros no sufrimos pérdidas, al contrario, seguimos teniendo ganancias. El Espíritu Santo es todo para mí y lo más importante.
“Toda las conquistas materiales no se comparan al privilegio de recibir el Espíritu Santo”.
Sra. Esperanza Huerta.