Seguramente habrá leído, oído o incluso pensado que el Internet no es ni bueno ni malo; que lo bueno o malo es el uso que se haga de esta tecnología, de cómo o con quién se relacione, comunique, informe o divierta. Esta afirmación no es errada, pero hay ocasiones en donde la persona no se da cuenta que el mal uso de esta herramienta tecnológica, la esta destruyendo.
¿Alguna vez ha contado cuántos dispositivos con acceso a Internet tiene en su casa? ¿3, 4 ó 5? ¿Incluye también el celular de su esposo(a), hijo(a), familiar, televisor, tablet, laptop, y cualquier otro dispositivo con el que pueda estar conectado? ¿Ha contado cuántas horas pasa en ellos? Diariamente nos sumergimos, cada vez más, en el mundo tecnológico, los pagos y facturas son online, los informes escolares y tareas son enviados al grupo de WhatsApp y nos comunicamos con nuestros seres amados desde muy lejos, todo son ventajas, pros para estar en línea y conectados, pero también, hay muchos que pierden sus vidas y terminan siendo devorados por ella.
El mal uso del Internet es nocivo y puede traer consecuencias devastadoras. El día tiene 24 horas y hay quienes pasan más de 20 viendo: novelas, películas, pornografía, etc., leyendo libros, escuchando música, chateando con desconocidos, ofendiendo a extraños a través de las redes sociales y pierden el rumbo de sus vidas en el trayecto. No quieren salir de sus casas, la interrupción de la señal o red es el catalizador para perder los estribos, llaman a su operadora, reclaman, gritan, lloran y chequean cada 20 segundos si la señal retornó. No lo saben, pero ya son presos del Internet y los está carcomiendo desde el interior. Necesita ayuda y puede encontrarla este viernes en la Iglesia Universal más cercana a su hogar.