Huir del problemas no significa que esté resuelto, pues para esto es necesario enfrentarlo, pero no solos, sino de la mano de Dios, porque con Él todo es posible. Este es el secreto para vencer.
Muchas personas enfrentan problemas de todo tipo que humanamente hablando son grandes, pero si deciden unirse a Dios tornándose UNO con Él, vencerán y su vida cambiará.
La biblia relata que un hombre llamado Gedeón junto a su pueblo vivieron en cavernas durante siete años, ellos se escondían por miedo a sus enemigos, pero llegó un momento en que éste hombre no soportó más esa situación, y esa reacción es normal en el ser humano, todos alguna vez “explotan”, llegando al límite de su paciencia ante cualquier problema, y Gedeón llegó a ese estado, pues no aguantaba más tanta humillación, él sentía una indignación tan grande por el hecho de haber escuchado hablar de las maravillas de Dios y no verlas plasmadas en su vida y en la de su pueblo.
Sobre este hombre tenemos mucho que aprender, pues en los días de hoy lo que más se escucha son personas hablando sobre su fe y creencia en Dios, pero sus vidas están llenas de problemas de salud, financieros, familiares, sentimentales, etc., o sea, muchos tienen una vida destruida como la de Gedeón, quien a través de su indignación hizo algo que llamó la atención de Dios; él comparó su vida con la Palabra de Dios y se dio cuenta de que no coincidían, generándole esto la indignación que le faltaba para vencer.
Si hacemos la misma comparación que Gedeón hizo, también llegaremos a obtener el resultado que él obtuvo a través de una fe indignada que no acepta el fracaso ni la humillación.
¿Usted acepta creer en un Dios tan grande y seguir viviendo con los mismos problemas? Seguramente usted responderá que no.
Amigo lector, el objetivo de Dios era que todo el pueblo se entregara a Él, por eso, antes de librarlos de la humillación que vivían le mandó a Gedeón a derribar el altar de Baal, y lo mismo Él quiere que hagamos en nuestra vida, que excluyamos de nuestro interior todo aquello que se opone a que manifestemos una fe pura en función de la realización de las promesas del Único Dios.