¿Se debe a la suerte que las cosas vayan bien o mal? ¿Será que no tenemos la capacidad de decidir?
Muchas personas asimilan que los fracasos coleccionados a lo largo de todo su vida se deben a una racha de mala suerte, otros dicen que todo lo bueno que les ha pasado es debido al “ángel” que tienen de la buena suerte.
Hay quienes piensan que tener siempre una mente positiva atrae la buena suerte y las cosas buenas, otros tienen por costumbre comprar amuletos. La verdad es que aquellos que han decidido depender de la suerte siempre se llevarán una desilusión si las cosas no salen como la habían previsto.
En fin, muchos piensan que la suerte es lo que determina el éxito o fracaso en la vida, que sus capacidades y títulos le abrirán las puertas para alcanzar lo que quieren. Sin embargo, hay algo que es mucho más importante, la fe.
Quien depende de Dios y en lo que Él prometió no depende de la buena o mala suerte, mucho menos de las circunstancias, pues la fe nos lleva a tomar decisiones que traen a la existencia lo que no existe.
Usaba amuletos de la buena suerte
Un espíritu me perseguía y cuando despertaba tenía moretones en el cuerpo. Vomitaba sangre, por esto iba a los brujos y usaba los amuletos que ellos me daban.
Me menospreciaba porque sentía que no valía nada. Cargaba dentro de mí un vacío a causa de que nunca tuve el afecto de mi padre, esto me llevó a llevar una vida promiscua en la que busqué ese afecto, pero no lo obtuve, al contrario, me sentía más vacía, además sufría con pesadillas, veía cosas extrañas incluso pezuñas de caballo en la puerta del cuarto.
Era marginada, nadie daba un centavo por mí y eso me hizo crecer con odio y rencor; guardaba en mi corazón el deseo de vengarme de todos.
Intenté suicidarme varias veces por problemas sentimentales y porque estaba enferma, bebí insecticida, me lancé frente a un carro y también tomé un frasco de pastillas.
A raíz de todos los fracasos me sumergí en el alcohol. Peleaba con todos y “no me dejaba de nadie”.
Cuando llegué a la Iglesia Universal primeramente fui curada, luego empecé mi proceso de liberación, entendí que mis fracasos no se debían a la buena o mala suerte sino al hecho de que aún creyendo en Dios había decidido vivir a mi manera.
Participando de la cadena de Liberación todo los males que había en mí salieron.
Fue una lucha, pero al final consiguí la paz verdadera. Hoy soy una mujer plena y feliz, segura, tengo paz y principalmente dependo de Dios.
El equilibrio interior que ahora tengo vino cuando finalmente fui bautizada con el Espíritu Santo, gracias a Dios.| Sra. Juana Torres, IURD Santo Domingo
Si usted se identificó con este caso visítenos este viernes en la Iglesia Universal más cerca de su hogar, a las 7H, 10H, 15H, 19H y por la fe sea liberado de todos esos males.