Según el diccionario, milagro significa: suceso extraordinario y maravilloso que no puede explicarse por las leyes regulares de la naturaleza y que se atribuye a la intervención de Dios; suceso extraordinario que provoca admiración o sorpresa.
En pocas palabras, un milagro no se explica. Y es exactamente por eso que a muchos les cuesta creer que un milagro les puede suceder en: la salud, la familia, el matrimonio, la economía, etc.
Ya que por no entender cómo el milagro sucederá, terminan resignándose a vivir una vida destruida.
“Los discípulos vieron a Jesús hacer muchas otras señales milagrosas, además de las registradas en este libro. Pero estas se escribieron para que ustedes continúen creyendo que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, al creer en él, tengan vida por el poder de su nombre.” Juan 20:30-31
No había una sola área de mi vida que estuviera bien, sufría de múltiples enfermedades
La vida de una persona puede cambiar drásticamente de un momento para otro. La familia se destruye, las enfermedades y deudas arrasan con todo a su paso, es decir lo que antes era felicidad ahora sólo refleja desasosiego y sufrimiento, sin que la persona comprenda por qué.
Pero no todo está perdido, de la misma forma que todo cambió para mal, también puede hacerlo para bien con la intervención de Dios.
“No había una sola área de mi vida que estuviera andando bien, sufría de múltiples enfermedades: úlceras, asma, dolor en las articulaciones, entre otras, además de problemas familiares y económicos, las deudas me estaban ahogando y robando la paz, por ellas no lograba dormir por las noches”, nos relata Rosario.
“Todo cambió después de llegar a la Iglesia Universal, primero fui curada de todas las enfermedades, por la fe nunca más padecí de dolores. Los problemas familiares y económicos se fueron resolviendo, saldé todas mis deudas. Hoy tengo paz y soy feliz junto a mi familia”, finaliza.
Dios no sólo me curó, también reconstruyó mi vida
Samuel da fe de eso, de cómo padecer de una enfermedad durante un gran lapso de tiempo y puede desgastar el espíritu de una persona, “antes de participar de las reuniones en la Iglesia Universal estaba enfermo, por más de 12 años padecí de gastritis y sufrí de intensos dolores estomacales”, comenta.
Buscó ayuda en un sinnúmero de especialistas, pero ninguno lo pudo ayudar, “pasé de médico en médico tratando de encontrar la cura para mi enfermedad, pero nunca lo logré, sólo perdía las esperanzas”, añade.
“Todo cambió después de aprender a usar mi fe y entregar mi vida en la manos de Dios. Hoy estoy curado, libre de la gastritis y bendecido”, finaliza Samuel.