Mi infancia fue muy triste, nunca supe lo que era tener el cariño de una madre, esto me lastimó mucho y marcó mi vida.
Vi la necesidad de prepararme para tener todo lo que no había tenido antes, me volví profesional, empecé a trabajar, tuve mis hijos, luego me divorcié.
Cuando me liquidaron de la empresa mi vida económica comenzó a tambalear; mi hijo me convenció de comprarnos un auto para poder sobrevivir, pero él aún era muy joven y sin experiencia, se descuidó de los pagos, entonces me noticaron que iban a retirarnos el auto. El dinero se acabó hasta quedarnos sin nada.
Entré en depresión, pues llegamos a un punto de no tener ni para la comida. Esto me llevó a intentar suicidarme en dos ocasiones, la primera vez tomando pastillas, luego intenté ahorcarme.
Busqué ayuda en los brujos, pero nada solucionaba mi situación, hasta que un día encendí la televisión y justo vi el programa de la Iglesia Universal; el primer día que participé de la reunión me desahogué con Dios porque me di cuenta que estaba sola y vacía, después de esa oración sincera la depresión desapareció y así paulatinamente a través de mi perseverancia en las cadenas de oración mi vida fue transformándose día a día.
Tiempo después a mi nieta le detectaron cáncer, un tumor de aproximadamente 47 cm. Los médicos le habían dicho a mi hija que sólo un milagro podía salvar a mi nieta, pues el cáncer ya había hecho metástasis en varios órganos. Ante esta situación vi la gran oportunidad de mostrarle a mi familia que Dios sí existe, usé mi fe y determiné que ese cáncer no iba a acabar con la vida de mi nieta y Dios me atendió.
Le hicieron nuevos exámenes y estos arrojaron un resultado negativo, milagrosamente no había ni rastro del cáncer, cuando ella salió del hospital le dijeron que nunca podría tener hijos, pero Dios hizo Su obra completa. Hoy mi nieta vive feliz junto al su esposo y tres hijos.
Gracias a Dios, mis hijos tienen salud, están libre de los vicios, tenemos paz y una vida estable en todos los sentidos.